sábado, 12 de noviembre de 2011

La democracia nace en Grecia, la democracia muere en Grecia

El intento de referéndum en Grecia para consultar el futuro de su deuda supuso el fin del gobierno de Yorgos Papandreu, sustituido por una coalición de socialistas, conservadores y ultraderechistas. Este artículo plantea la calidad democrática de Europa que no sólo niega el derecho del pueblo griego a pronunciarse, sino que influye claramente en un cambio de gobierno.

Por unas horas, ciudadanos de todo el globo, concienciados de la situación del pueblo griego, sabedores de su particular condición de conejillo de indias para los gerifaltes de los mercados, nos sentimos aliviados ante la noticia de una convocatoria de referéndum que decidiría el futuro del pacto sobre las medias de rescate y la quita sobre la deuda griega.

El pasado 1 de noviembre, Yorgos Papandreu anunciaba a Europa que había “llegado la hora en que el pueblo griego debía decir el gran sí o el gran no”[1]. Aún sin profundizar en los detalles de la consulta, parecía que la democracia finalmente podía primar sobre los intereses financieros de unos cuantos poderosos. Al pueblo griego se le presentaba la merecida oportunidad de ser consultado sobre asuntos de los que depende su bienestar. Durante los dos días siguientes, evocando su condición de cuna de la democracia, algunos medios aplaudieron a Grecia por el cambio de actitud de su gobierno, aparentemente decidido a escuchar a su pueblo en vez de los dictámenes de las bancas alemana y francesa, además de los lobbys financieros.

No pudo ser. Una cruda dosis de realidad, trazada desde las altas esferas donde moran los verdaderos gobernantes de Europa, volvía a sacudir a la ciudadanía griega y del resto del continente cuando, apenas 48 horas después de la noticia, Papandreu anunciaba la retirada del referéndum[2]. Días después, se forzaba un cambio de gobierno en Grecia.

Son demasiadas preguntas las que tendrían que responder los gobernantes europeos, en su calidad de representantes de la ciudadanía, respecto a las intenciones de sus patrones de la banca y las finanzas. ¿Por qué se ha negado al pueblo griego la determinación sobre cómo afrontar una deuda impuesta desde terceros países?, ¿hasta dónde continuará la sangría griega?, ¿es Grecia un ensayo de lo que espera al resto de la ciudadanía de la Europa periférica?

Quizás nunca sabremos las intenciones de Papandreu al anunciar el referéndum. Puede que se haya tratado de un elaborado farol para tensar la cuerda franco-alemana, quizás un movimiento de estrategia que se nos escapa a los ciudadanos o, simplemente, un ejercicio de decencia democrática tras dos años de gobierno arrodillado a los dictámenes del Banco Central Europeo.

El anuncio del referéndum se recibió, por parte de los mercados internacionales, como un mensaje apocalíptico. La reacción de las bolsas fue el acostumbrado desplome, mientras que las primas de los países de la Europa periférica se disparaban[3]. Empieza a ser preocupante para la salud democrática de nuestros estados que las variaciones de aquellos dos parámetros -bolsas y primas de riesgo- se tomen sistemáticamente como criterio de valoración de las medidas anunciadas por los gobiernos. Aprovechando la cumbre del G-20 celebrada en Cannes, Merkel y Sarkozy llamaron al orden al primer ministro griego.

Al respecto, hay que decir que Papandreu había avisado unos meses antes de que planteaba la posibilidad de que el siguiente rescate fuese aceptado bajo el marco de una previa consulta popular[4]. Por tanto, no es justo que el primer ministro griego pudiera ser tachado de traidor a Europa, quien con su irresponsabilidad pusiese en peligro al euro y a la Unión en sí misma. El interés de Merkel y Sarkozy coincide con el de los principales bancos de sus respectivos países, los principales acreedores de la deuda griega. A la presión de aquéllos se sumaron las duras palabras de José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea, quien advirtió que "Sin el acuerdo de la UE y el FMI sobre Grecia, las condiciones de los ciudadanos griegos pasarían a ser mucho más dolorosas, en especial para los más vulnerables", a lo que agregó que "Las consecuencias serían imposibles de prever"[5].

Parece que desde el otrora próspero eje París-Berlín nadie piensa en la situación de la ciudadanía griega. ¿Es acaso realista pensar que una deuda cuyos intereses están en torno al 20%, mientras los de Alemania están a sólo un 2%, es pagable sin consecuencias[6]? Hablamos de una deuda que se acerca a los 20.000 euros por habitante de aquel país[7]. Así, las primeras consecuencias las lleva sufriendo el pueblo griego desde hace meses, cuya única opción de protesta es la movilización, que ejerce casi a diario aunque de ello apenas se hable en los informativos españoles. La ciudadanía griega vive inmersa en brutales recortes que han paralizado el consumo interno, conducido a millares de griegos a una pobreza generalizada y sin remedio a corto plazo[8]. Mientras tanto, las clases altas intensifican sustancialmente la fuga de capital a los bancos suizos[9].

No cabe duda que, si hubo alguna vez intención real por parte de Papandreu de convocar un referéndum,  fue debido a la magnitud de las movilizaciones de la ciudadanía. Los días 19 y 20 de octubre se produjeron las mayores manifestaciones hasta la fecha, que convocaron a más de medio millón de personas sólo en la plaza Syntagma de Atenas. Dada la situación actual, existe la posibilidad de que todo el anuncio del referéndum no fuera más que un montaje pactado desde las altas esferas, cuyos principales escollos eran los peligros de revueltas sociales y, sobre todo, una hipotética intervención del Ejército mediante un golpe de estado. El propio anuncio de referéndum pudo servir para ilusionar, enfriar los ánimos de una población deseosa de un mínimo atisbo de esperanza. El Ejército, preocupante por su propia naturaleza y las abiertas simpatías mostradas desde algunos sectores de aquél hacia la ciudadanía[10], fue hábilmente descabezado por el ejecutivo de Papandreu apenas 24 horas después del anuncio de la consulta popular[11].

En cualquier caso, los planes del BCE y las bancas francesa y alemana pesaron mucho más que las legítimas reivindicaciones del pueblo. El recién estrenado ejecutivo griego se trata de un "gobierno de unidad" formado por la coalición del Partido Socialista (PASOK), Nueva Democracia (ND) y la Concentración Popular Ortodoxa (LAOS) -partido de ultraderecha-, liderado por Lukas Papadimos, cuya condición de ex-alto cargo en el Banco de Grecia y en el Banco Central Europeo crea una duda razonable acerca de su idoneidad para servir a los intereses del pueblo griego.

Las primeras instrucciones al nuevo gobierno llegan de la mano de Merkel y Sarkozy, quienes reiteran al Gobierno griego la necesidad de aplicar sus compromisos con el BCE, es decir, aplicar nuevas reformas, condición necesaria para recibir nuevas ayudas económicas[12]. Es dudoso, vistos los precedentes, que esas ayudas sirvan para mejorar las condiciones actuales de la ciudadanía griega. Por ejemplo, parte de las ayudas anteriores sirvieron para saldar la deuda de la Armada de Grecia con la compañía alemana Thyssenkrupp Marine Systems por la compra de unos modernos submarinos[13].

Las recetas neoliberales para salir de la crisis han demostrado ser no sólo inútiles sino nocivas para las economías a rescatar. La ciudadanía es la que sufre principalmente las medidas planteadas, eufemismo para referirse a recortes y reducción de derechos. Hemos olvidado que Islandia, e incluso las economías del Cono Sur, como Argentina, sólo pudieron salir de sus respectivas crisis cuando dijeron “no” a seguir el juego de los rescates y las deudas odiosas.

Ante la situación política y social que se está produciendo en Grecia, a la ciudadanía europea no nos queda más remedio que exigir explicaciones a nuestros representantes en Europa de lo que está ocurriendo, tenemos derecho a conocer el porqué de ese trato antidemocrático al pueblo griego, por qué motivo se le ha negado el derecho de decidir sobre el pago de la deuda y, posteriormente, de elegir a sus representantes en el nuevo gobierno; que se aclare si ese cambio de gobierno se trata de un golpe de estado de-facto organizado desde las altas instancias europeas y, si es así, que se explique claramente el destino que nos tienen planificado para el resto de la ciudadanía europea, porque la Democracia cada vez parece más utópica en nuestro continente.


[1] “Grecia convoca un referéndum para aprobar el pacto de la quita”. Público, 1/11/2011.
[2] “Papandreu decide retirar el referéndum sobre el plan de rescate”. Público, 3/11/2011.
[3] “El referéndum de Grecia estrella las Bolsas europeas y castiga la deuda soberana”. RTVE Noticias, 1/11/2011.
[4] “Los logros de los ‘indignados’ en Grecia destacados en la prensa extranjera, ignorados en España”, 8/06/2011.
[5] “Merkel y Sarkozy a Grecia: o el rescate o el caos”. Público, 2/11/2011.
[6] Rosa Mª Artal (noviembre 2011): "Cataclismo griego ¿Miedo a la democracia?". ATTAC España.
[7] "Grecia: cada ciudadano debería pagar 20.000 euros para normalizar la deuda". El Economista, 8/11/2011.
[8] "Greece Threatened with Widespread, Long-Term Poverty". Spiegel, 19/07/2011.
[9] "Fuga de capitales en Grecia: ciudadanos desvían más de 200.000 millones a Suiza". El Economista, 19/10/2011.
[10] "Grecia, las fuerzas militares se unen a las manifestaciones". 4/10/2011.
[11] "Papandreu releva por sorpresa a la cúpula del Ejército". Cinco Días, 1/11/2011.
[12] "Merkel y Sarkozy reiteran a Papademos que cumpla con celeridad los compromisos". Europa Press, 12/11/2011.
[13] Juan Hdez. Vigueras (noviembre 2011): "El problema de Grecia". Blog Dominio Público.

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